jueves, 9 de abril de 2009

BASTA YA... DE TANTO ACCIDENTE


Estoy cansada de cubrir tanto accidente de tránsito. Estoy cansada de cubrir tanto atropello. Estoy cansada de tanta injusticia, de tanta irresponsabilidad, porque narrar tan dramáticos hechos no sirve de nada. Nadie aprende la lección, nadie hace algo al respecto, las carreteras se siguen manchando de sangre, las estadísticas se elevan y el dolor continúa.

Hace apenas 2 semanas llorábamos la muerte de Alvaro Ugaz. Hace menos de 2 meses, me quedé conmocionada con la muerte de un adolescente de 13 años, atropellado en la avenida Costanera en su bicicleta, tanto que no pude dormir esa noche, y recordé su imagen toda la semana, pero aún así, la historia se repite, y tengo que cubrir ese tipo de noticias.

No reniego por cubrirlas, reniego porque no sirve de nada, reniego porque la gente no toma conciencia. Hasta cuando me pregunto. Hasta cuándo?

No quiero ni imaginar que eso pueda suceder a alguien cercano, no quiero, ruego a Dios que eso no suceda. Pero hoy me toca cubrir una nueva desgracia e indignarme por ella.

Esta vez ocurrió en Chincha, un bus interprovincial cerró el paso a una camioneta, provocando que al girar hacia un costado, chocara contra un trailer estacionado.

Lo peor, es que 4 niñas iban en ella, y 3 de ellas murieron.

La mayor tenía 17 años, la segunda 14, la menor un año y medio.

3 vidas apagadas para siempre y que sus padres no pueden soportar.

Porque señores? porque nadie hace algo? porque?

acaso tendrá que pasarle al hijo del Presidente, al esposo de una juez, de una ministra, de un fiscal, para que hagan algo y pongan sanciones ejemplares.

No puede ser que las pistas tengan como saldo mas muertos que el terrorismo.

Es el terrorismo de las calles, vivimos en una jungla de cemento.

Me asqueo de ver cada día mas y mas muertos, porque repito, no sirve de nada. No tomamos conciencia. La gente sigue cruzando las pistas sin usar los puentes peatonales. Los choferes siguen haciendo caso omiso a los semáforos. Los policías de tránsito mas que ayudar, estorban.

La competencia de combis es un metecarro por doquier, no respetan nada, no tienen modales.

Los taxistas han tomado como paradero el carril derecho de principales avenidas, y la policía? solo se dedica a coimear y no a poner papeletas.

Hasta cuando???

miércoles, 8 de abril de 2009

EL HOMBRE DE LA CAMISA A CUADROS


Este es una crónica muy personal que escribí en junio del 2007, en una noche de madrugada. Aquella vez me tocó cubrir un accidente de tránsito que nunca vio la luz en el noticiero. Creo que esto explica mejor el nombre de mi blog: TINTA ROJA, no por lo sangriento, sino por la impotencia, por los sentimientos que se mezclan, por el corazón que traiciona al ver este tipo de hechos... Estoy acostumbrada a ver sangre en las calles, a ver muertos relativamente seguido, pero realmente llega un momento que afecta, que duele, mas aun cuando se es madre. Uno se pregunta, se pone en el lugar de la familia, y ahí vienen los sentimientos entremezclados.

Pero somos periodistas y regresamos a la frialda de escribir y contar una historia lo mas objetiva que podamos. Aqui en mi blog, puedo ser yo y contar lo que pienso, por eso lo comparto con uds.

Espero les guste


Una de la mañana. El inicio de invierno se deja sentir. Es apenas uno de los primeros días de junio, cuando las hojas de los árboles empiezan a caer, y mis brazos y piernas ya empiezan a sentir los estragos del frío... el congelamiento de mi cuerpo, mas no de mis ideas...
Estoy en mi carro, me toca este mes cubrir el turno de madrugada. Aún no me acostumbro al horario, al cambio de mi rutina, en la hora de comer y dormir, a nada en realidad, pero en fin, sigo en la camioneta del canal, ya tuve antes una comisión monse que nunca saldrá, porque no encontré nada, y me encuentro en la esquina helada de alguna parte de surco, postrada haciendo guardia en la casa de un secuestrado que hasta ahora no liberan, aguardando al mismo tiempo una noticia, hasta que una llamada telefónica me cambia de ubicación.
- Muévete al kilómetro 9 de la carretera ventanilla, me dice mi scanner.
- Que hay por allá? Le pregunto.
- Un muerto y un atrapado en un accidente.- me responde

Estoy al sur de lima, moverme a Ventanilla, por mas luces rojas del semáforo que cruce intempestivamente, me tomará muchos minutos: 20, 25, 30... no lo sé, pero en la noticia, en la posta por llegar primero a un hecho fortuito en la calle y de madrugada, sé que 10 minutos, ya es demasiado.
Le pido a mi auxiliar que acelere. Corremos a mas de 100 kilómetros por hora, (felizmente a esa hora no hay papeletas) arriesgando nuestras propias vidas, hasta que llegamos al kilómetro 9. El herido ya había sido trasladado, pero el muertito o frío, como lo llamamos vulgarmente en la jerga periodística del día, noche y madrugada, seguía ahí.
No podía evitar verlo. Tenía seguramente mi misma edad, unos 27 años máximo. Llevaba camisa a cuadros azul con blanco, y un blue jean. El rostro no se podía ver por completo. El resto de su cuerpo, estaba aprisionado, desfigurado, entre los fierros retorcidos del auto en el que viajaba, un station wagon guinda.
No era el conductor, era el copiloto, es decir, otro escogió su destino. El, me imagino, iba rumbo a casa, cuando el taxi que lo llevaba aceleró, perdió el control, no pisó bien el freno, (no había huellas de ello en la pista) y se incrustó debajo de un trailer que a paso lento ingresaba con mercadería, a la fábrica para la que trabaja.
Cuando llegué, la policía y serenazgo del Callao, de Ventanilla, ya estaba en el lugar... Lo admito, también otros canales.
- Buenas noches señor, Qué pasó? Cómo ocurrió?.- Le pregunté al chofer del trailer, inocente partícipe de esta tragedia.
- No lo vi, señorita.- me respondió. Estaba oscuro. Yo iba lento, por la carga, ingresaba a la empresa, cuando el auto que venía corriendo, me chocó y se incrustó dentro... Recién cuando bajé para ver los daños, vi la magnitud del desastre. Es horrible, es una vida, señorita... No pude hacer nada.- volvió a repetir.

Su familia, entonces... me pregunté? Seguramente durmiendo, o quizás esperando angustiada en casa, debido a la tardanza del regreso de este joven.
¿Tendría una madre con una taza de café o leche caliente esperándolo en casa como a mí por las noches? O una esposa o bebés queriendo que llegue con el dinero que les dará de comer mañana?... Un mañana que debido al infortunio de una noche, quedó trunco, al quedar atrapado en el auto que viajaba.
Tomó un taxi aquel joven, señal de que quería llegar temprano a casa o algún lugar. Pero en qué trabajaba? Por qué salió tan tarde? Recuerden que era una de la mañana cuando todo esto sucedió. Era vigilante? Empleado de un cine o restaurante?... Dios, me pregunto en qué este muchacho podía trabajar.

- Tiene el nombre, la edad, los datos del chofer? Le pregunté al policía que estaba en el lugar.
- Nada, señorita, rebuscamos por todas partes, fuera y dentro del auto, y no encontramos nada.
- Alguien lo conoce, alguien ha venido a reconocerlo.- insistí.
- No, nadie.- me dijo.
- El chofer herido del auto, lo conocía?
- No tampoco. Era solo su ocasional pasajero.

No tenía documentos, no tenía fotocheck, nada que lo pudiera identificar, a no ser por su camisa a cuadros que alguien seguramente reconocerá en la morgue, cuando lo vayan a reclamar, cuando lo busquen, luego de haber visitado hospitales, comisarías, y demás... Aunque no se sabe exactamente cuando será eso, quizás vivía solo, o su familia estaba en provincia, por ahora es un NN, es decir un hombre sin nombre, al que de repente le puedan extraer algunos órganos en la morgue, porque la ley así lo dice luego de pasadas las 36 horas, si su familia no lo reclama a tiempo.

Mientras tanto, pasan los minutos, corren las horas y su cuerpo luce ahí como decorado alterno a la vía. Todo auto que pasa, sobrepara un momento. Todos quieren verlo. Sin embargo, tanta andanza, tanto morbo, no animaba al fiscal a levantar el cadáver. Demora, seguro debe estar durmiendo, o diciendo “si está muerto, para que me apuro” y entonces, esperará la mañana, para que su relevo haga la diligencia. Es así, que daban las 5, 6, 7, 8 de la mañana y el muchacho de la camisa a cuadros permanecía atrapado y muerto en su asiento.

- Si se hubiese sentado atrás, hubiese resultado herido, tendría alguna lesión pero estaría vivo.- se le escapa ese comentario, al sereno que presencia la terrible escena.
- Era su destino, dice un testigo del lugar.
- No tenía cinturón de seguridad, no se lo puso, reflexionar otro lugareño.
- Otro en cambio, simplemente se persigna.

Pero, por qué no se sentó atrás si era pasajero? Por qué escogió sentarse como copiloto? Se hubiese salvado si hubiese elegido otro asiento. Quizás su destino era ése, la muerte... o todo estaba planificado en alguna parte de este mundo. En todo caso, sigo preguntándome, que pasó?

Yo llegué al canal temprano ese día, para que el caso de este joven lo siga un equipo de la mañana, pero simplemente no interesó. No hay nombre, no es adinerado o hijo de... no hay familia que lo llore en imágenes, es decir no vende, es uno más en las estadísticas de la fría realidad laboral que contrasta con mi preocupación personal, con mi sensibilidad de mujer, de periodista, de simplemente Cristina.
Pero no, me lo repito, no es uno mas. Quizás algún día sea un conocido, un familiar, un ser querido o nosotros mismos. Dios no quiera que eso ocurra, y a nadie le preocupe, para recién ponernos los zapatos de otros, de los demás,de la gran mayoría. Espero que alguien como yo, se pregunte cuando suceda o nos suceda... Qué pasó? Por qué? Quién era? O tan solo se interese por conocer cuál es nuestro nombre?... Dios mío, no quiero que nunca me pase, ni a mí, ni a nadie, aunque sé que no está en mis manos... No quiero que nadie sufra... A mí, por suerte, me espera alguien en casa.

ANGELES DE LA NOCHE


Cuando la pequeña del rostro triste se les acercó aquel domingo, nunca imaginaron el cambio que darían sus vidas. Como escuchar la frase “me dan una propina por favor” de la voz de aquella niña de huesos sobresalidos en los hombros, de ojos gachos con ojeras, y cabello cubierto de polvo, marcaría un antes y un después. Hasta segundos antes, Jimena y Octavio eran tan solo un par de chiquillos de 17 años, recién egresados de colegios particulares, aspirantes a universidades privadas, que gastaban las propinas de sus padres de clase media, en ir al cine o comprar CDs y ropa de marca.
Por tradición familiar, ambos, siempre fueron asiduos concurrentes a la misa de las 7.30 de la noche, la más popular en la parroquia Nuestra Sra. Del Consuelo de Monterrico. Sin embargo, fue al conocer a aquella niña de mirada perdida y a punto de llorar, que conocieron la caridad. Le preguntaron su nombre, su edad, dónde vivía. Simplemente se interesaron en ella. La pequeña entonces respondió: “Me llamo Marielena, tengo 10 años, vivo en Pamplona, pero vengo todos los días a Monterrico a vender golosinas, hoy no he vendido nada, por eso no podré comer esta noche y tengo hambre”.
Al escucharla, se sintieron vacíos, pese a tenerlo casi todo. Por mucho tiempo se habían quejado por no tener suficientes caprichos, y ahora conocían a alguien que ni siquiera tenía que comer. Mientras ellos vivían en una zona residencial, llena de parques, casas con piscina, grandes edificios y centros comerciales; aquella niña, vivía en un asentamiento humano, en medio de la arena, en una casa de estera, que ni siquiera podría soportar una lluvia. Los carteles y bolsas en el techo, no aguantarían.
Fue entonces que la mente se les iluminó. Tocaron sus bolsillos y con las monedas que encontraron, entraron al supermercado de enfrente, y compraron pan y jamonada. Lo prepararon en plena calle y se lo dieron a Marielena, la niña de 10 años que por su contextura delgada y frágil, parecía tener apenas 7, quizás por mala nutrición. Y fue al ver como devoraba hambrienta el pan en menos de un minuto, unido a su rostro de felicidad, a la amplia sonrisa que se le dibujaba en la carita que antes había mojado con sus lágrimas, lo que llevó a Octavio y Jimena, a invitarla el siguiente domingo a la salida de la misa, para repetir el lonche. Sólo que esta vez, le pidieron que llevara a sus 5 hermanitos. Marielena es la mayor de todos ellos. Su madre cuida carros en la playa del supermercado, mientras ellos venden golosinas. Lo hacen desde hace 4 años, cuando su padre, un hombre alcohólico y pegalón, los abandonó.


Compartir.
Y así fue como empezó lo que han bautizado como “Domingos de Compartir”. Octavio y Jimena desde entonces, juntan sus propinas, se reúnen cada domingo en sus casas, preparan leche con quaker y panes con mantequilla, para dárselo a estos niños al final de la misa. Empezó una, luego 6, ahora ya son casi 30 los pequeños que domingo a domingo, toman lonche con ellos en plena calle. Por un momento, aunque sea una vez en la semana, dejan de trabajar, descansan. Por un momento, son simplemente niños.


Cura malo.
Pero no todo ha sido fácil. Fue el propio párroco, el que puso piedras en este camino. Enterado de que el lonche se daba en la esquina de su parroquia, no tuvo mejor idea que colocar una reja para cortarles el espacio. No bastando con eso, el padre Miguel llamó en varias oportunidades al serenazgo de Surco y a la policía, para asustar a los niños, desalojarlos de la calle, e impedir según él, que la ensucien o hagan ruido. Sin embargo fue el apoyo de los vecinos lo que lo impidió.

Cura bueno.
Y sacando cara por la nobleza, muy al contrario del padre Miguel, al verlos en acción, el Padre Pablo los ayudó a recaudar fondos con la venta de libros al final de su misa. Incluso les abrió las puertas de la iglesia a estos niños, quienes ahora pueden ingresar aún mal vestidos al templo a escuchar la misa. Ya no son discriminados. La gente ha aprendido a respetarlos. Total lo que importa como dice el padre, es tener el corazón abierto para Dios.
Han pasado más de 7 años, y Octavio y Jimena continúan con esta labor. A ellos se les ha sumado otros 5 jóvenes solidarios, y algunos vecinos de la zona, que les regalan pan para el lonche. Gracias al municipio de Surco, ahora la cita es en la glorieta recién construida frente a la parroquia, dándoles a estos niños algo más que comida, regalándoles esperanza y la certeza de que los ángeles en la tierra, si existen.

martes, 7 de abril de 2009

SE HIZO JUSTICIA!!!


Hoy puedo decir que me siento orgullosa de ser peruana, porque realmente la sentencia del vocal San Martin fue magistral, no porque condenara a Fujimori a 25 años, sino porque explicó detalle a detalle, fundamentó el porqué de tal decisión, presentó las pruebas o las señaló, desestimó los alegatos de defensa de Fujimori explicando porque, en fin dio cátedra del buen derecho.

Es por eso que creo en la justicia de mi país, he vuelto a creer, después de ver tanta sentencia justicia, a tanto juez coimero cobrando por lo bajo y sentenciando a favor de los delincuentes con "plata". Lo mejor es que esto ha tenido tal difusión en el mundo y tal impacto, que la imagen de nuestro país ha mejorado mucho mas.

Puedo decir que el vocal San Martin se la jugó, de que hubo presiones no me cabe duda, pero ha preferido pasar a la historia como el hombre que hizo justicia después de 17 años, como el hombre que sentenció a Fujimori como se debía.

Lo dejó claro, es mas habló de lesa humanidad. Si Fujimori debe o no tener beneficios es lo de menos, ha sido hallado culpable y es lo que importa.

Ahora solo falta que la 2da instancia siga el buen ejemplo de San Martin y los demás vocales, y de una sentencia justa, que no malogre lo avanzado.

La verdad confío en que así será. Después de lo de hoy, se abre un nuevo capítulo, un antes y un después en la percepción que tenía del poder judicial.

FUJIMORI: IMPUNIDAD O CONDENA


Hoy es el día D. Es el día decisivo en la historia de nuestro país, pues se juzga y se sentencia después de casi 2 años al Presidente que si bien hizo mucho obra en su época, nos dejó el peor legado que es la corrupción. Violó los derechos humanos, asesinó a gente inocente o no, pero que tenía derecho a arrepentirse o por lo menos no haber sido abatida por la espalda. Ese niño de 8 años en Barrios Altos, no tenía porque morir en manos del grupo Colina.

Si bien Fujimori combatió el terrorismo, hecho que se le debe reconocer, también cometió excesos por lo que creo yo debe ser condenado.

Si no sabía lo de Barrios Altos, porque Fujimori no hizo nada después, no investigó, no los ubicó, no los sancionó, si tenía a su lado a Montesinos, que todo lo sabía en el SIN. Pudo haberse lavado las manos haciendo algo, pero no hizo nada, todo lo contraro. El grupo Colina, ese grupo oscuro volvió a atacar, esta vez contra los estudiantes y el maestro de la Cantuta.

Y que pasó? nuevamente nada. El ex presidente no hizo nada. Y lo peor de todo, cuando todo salió a la luz, cuando el periodismo se encargó de revelar los nombres del sangriento grupo Colina y las atrocidades que cometió, Fujimori les dio amnistía.

Si no pecó por acción, lo hizo por omisión, por no hacer nada al respecto, por no accionar a favor de su país.

En todo caso, el poder Judicial tiene la última palabra. En pocos minutos u horas ellos decidirán el destino de Fujimori, y con ello la imagen que tenga nuestro país ante el mundo. Una imagen de impunidad si lo absuelven, o de justicia si lo condenan.

Es mi opinión, es lo que pienso. En todo caso uds. tienen la opción de elegir y opinar. Yo respetaré lo que piensen al igual que lo que sentencia la sala hoy.