miércoles, 8 de abril de 2009

EL HOMBRE DE LA CAMISA A CUADROS


Este es una crónica muy personal que escribí en junio del 2007, en una noche de madrugada. Aquella vez me tocó cubrir un accidente de tránsito que nunca vio la luz en el noticiero. Creo que esto explica mejor el nombre de mi blog: TINTA ROJA, no por lo sangriento, sino por la impotencia, por los sentimientos que se mezclan, por el corazón que traiciona al ver este tipo de hechos... Estoy acostumbrada a ver sangre en las calles, a ver muertos relativamente seguido, pero realmente llega un momento que afecta, que duele, mas aun cuando se es madre. Uno se pregunta, se pone en el lugar de la familia, y ahí vienen los sentimientos entremezclados.

Pero somos periodistas y regresamos a la frialda de escribir y contar una historia lo mas objetiva que podamos. Aqui en mi blog, puedo ser yo y contar lo que pienso, por eso lo comparto con uds.

Espero les guste


Una de la mañana. El inicio de invierno se deja sentir. Es apenas uno de los primeros días de junio, cuando las hojas de los árboles empiezan a caer, y mis brazos y piernas ya empiezan a sentir los estragos del frío... el congelamiento de mi cuerpo, mas no de mis ideas...
Estoy en mi carro, me toca este mes cubrir el turno de madrugada. Aún no me acostumbro al horario, al cambio de mi rutina, en la hora de comer y dormir, a nada en realidad, pero en fin, sigo en la camioneta del canal, ya tuve antes una comisión monse que nunca saldrá, porque no encontré nada, y me encuentro en la esquina helada de alguna parte de surco, postrada haciendo guardia en la casa de un secuestrado que hasta ahora no liberan, aguardando al mismo tiempo una noticia, hasta que una llamada telefónica me cambia de ubicación.
- Muévete al kilómetro 9 de la carretera ventanilla, me dice mi scanner.
- Que hay por allá? Le pregunto.
- Un muerto y un atrapado en un accidente.- me responde

Estoy al sur de lima, moverme a Ventanilla, por mas luces rojas del semáforo que cruce intempestivamente, me tomará muchos minutos: 20, 25, 30... no lo sé, pero en la noticia, en la posta por llegar primero a un hecho fortuito en la calle y de madrugada, sé que 10 minutos, ya es demasiado.
Le pido a mi auxiliar que acelere. Corremos a mas de 100 kilómetros por hora, (felizmente a esa hora no hay papeletas) arriesgando nuestras propias vidas, hasta que llegamos al kilómetro 9. El herido ya había sido trasladado, pero el muertito o frío, como lo llamamos vulgarmente en la jerga periodística del día, noche y madrugada, seguía ahí.
No podía evitar verlo. Tenía seguramente mi misma edad, unos 27 años máximo. Llevaba camisa a cuadros azul con blanco, y un blue jean. El rostro no se podía ver por completo. El resto de su cuerpo, estaba aprisionado, desfigurado, entre los fierros retorcidos del auto en el que viajaba, un station wagon guinda.
No era el conductor, era el copiloto, es decir, otro escogió su destino. El, me imagino, iba rumbo a casa, cuando el taxi que lo llevaba aceleró, perdió el control, no pisó bien el freno, (no había huellas de ello en la pista) y se incrustó debajo de un trailer que a paso lento ingresaba con mercadería, a la fábrica para la que trabaja.
Cuando llegué, la policía y serenazgo del Callao, de Ventanilla, ya estaba en el lugar... Lo admito, también otros canales.
- Buenas noches señor, Qué pasó? Cómo ocurrió?.- Le pregunté al chofer del trailer, inocente partícipe de esta tragedia.
- No lo vi, señorita.- me respondió. Estaba oscuro. Yo iba lento, por la carga, ingresaba a la empresa, cuando el auto que venía corriendo, me chocó y se incrustó dentro... Recién cuando bajé para ver los daños, vi la magnitud del desastre. Es horrible, es una vida, señorita... No pude hacer nada.- volvió a repetir.

Su familia, entonces... me pregunté? Seguramente durmiendo, o quizás esperando angustiada en casa, debido a la tardanza del regreso de este joven.
¿Tendría una madre con una taza de café o leche caliente esperándolo en casa como a mí por las noches? O una esposa o bebés queriendo que llegue con el dinero que les dará de comer mañana?... Un mañana que debido al infortunio de una noche, quedó trunco, al quedar atrapado en el auto que viajaba.
Tomó un taxi aquel joven, señal de que quería llegar temprano a casa o algún lugar. Pero en qué trabajaba? Por qué salió tan tarde? Recuerden que era una de la mañana cuando todo esto sucedió. Era vigilante? Empleado de un cine o restaurante?... Dios, me pregunto en qué este muchacho podía trabajar.

- Tiene el nombre, la edad, los datos del chofer? Le pregunté al policía que estaba en el lugar.
- Nada, señorita, rebuscamos por todas partes, fuera y dentro del auto, y no encontramos nada.
- Alguien lo conoce, alguien ha venido a reconocerlo.- insistí.
- No, nadie.- me dijo.
- El chofer herido del auto, lo conocía?
- No tampoco. Era solo su ocasional pasajero.

No tenía documentos, no tenía fotocheck, nada que lo pudiera identificar, a no ser por su camisa a cuadros que alguien seguramente reconocerá en la morgue, cuando lo vayan a reclamar, cuando lo busquen, luego de haber visitado hospitales, comisarías, y demás... Aunque no se sabe exactamente cuando será eso, quizás vivía solo, o su familia estaba en provincia, por ahora es un NN, es decir un hombre sin nombre, al que de repente le puedan extraer algunos órganos en la morgue, porque la ley así lo dice luego de pasadas las 36 horas, si su familia no lo reclama a tiempo.

Mientras tanto, pasan los minutos, corren las horas y su cuerpo luce ahí como decorado alterno a la vía. Todo auto que pasa, sobrepara un momento. Todos quieren verlo. Sin embargo, tanta andanza, tanto morbo, no animaba al fiscal a levantar el cadáver. Demora, seguro debe estar durmiendo, o diciendo “si está muerto, para que me apuro” y entonces, esperará la mañana, para que su relevo haga la diligencia. Es así, que daban las 5, 6, 7, 8 de la mañana y el muchacho de la camisa a cuadros permanecía atrapado y muerto en su asiento.

- Si se hubiese sentado atrás, hubiese resultado herido, tendría alguna lesión pero estaría vivo.- se le escapa ese comentario, al sereno que presencia la terrible escena.
- Era su destino, dice un testigo del lugar.
- No tenía cinturón de seguridad, no se lo puso, reflexionar otro lugareño.
- Otro en cambio, simplemente se persigna.

Pero, por qué no se sentó atrás si era pasajero? Por qué escogió sentarse como copiloto? Se hubiese salvado si hubiese elegido otro asiento. Quizás su destino era ése, la muerte... o todo estaba planificado en alguna parte de este mundo. En todo caso, sigo preguntándome, que pasó?

Yo llegué al canal temprano ese día, para que el caso de este joven lo siga un equipo de la mañana, pero simplemente no interesó. No hay nombre, no es adinerado o hijo de... no hay familia que lo llore en imágenes, es decir no vende, es uno más en las estadísticas de la fría realidad laboral que contrasta con mi preocupación personal, con mi sensibilidad de mujer, de periodista, de simplemente Cristina.
Pero no, me lo repito, no es uno mas. Quizás algún día sea un conocido, un familiar, un ser querido o nosotros mismos. Dios no quiera que eso ocurra, y a nadie le preocupe, para recién ponernos los zapatos de otros, de los demás,de la gran mayoría. Espero que alguien como yo, se pregunte cuando suceda o nos suceda... Qué pasó? Por qué? Quién era? O tan solo se interese por conocer cuál es nuestro nombre?... Dios mío, no quiero que nunca me pase, ni a mí, ni a nadie, aunque sé que no está en mis manos... No quiero que nadie sufra... A mí, por suerte, me espera alguien en casa.

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